Siempre que veo un acordeonista por la calle, me acuerdo de mi padre ...
Mi padre, era una persona francamente especial, franco, sincero y muy cariñoso, estaba convencido que todo, absolutamente todo se podía aprender de los libros, lo cual le llevaba a coleccionar títulos tan esperpénticos como , "aprenda a nadar en 7 días", o "deslumbre a sus amigos con modernos pasos de baile"...
Pero su verdadera pasión era la música, y concretamente , el acordeón...como de pequeño no pudo tomar lecciones (y después de comprar, como no, la correspondiente coleeción fasciculada de como aprender a tocar el mismo), se matriculó en el conservatorio con la ilusión y las ganas que de mayores sobran, y que de pequeños, nos faltan...
Después decicidó que seríamos nosotros (mi hermano y yo) los depositarios de sus anhelos, argumentando que si aprendíamos a tocar tan bello instrumento, jamás pasaríamos hambre.
Sobra decir, que no aprendimos absolutamente nada..., el acordeón es un instrumento pesado y poco atractivo, que hizo que dos niños de 7 y 8 años, abandonasen a las primeras de cambio...
No obstante, cada vez que veo a un acordeonista por la calle, además de darle una moneda, me quedo pensando que, quizás ese muchacho tuvo un padre que le aconsejó que aprendiese a tocar el acordeón, y que, gracias a él, jamás pasará hambre.
Bienvenidos a mi planeta...
Hace 14 años
No pasará hambre pero tampoco se hará rico, aquí no abundan los cantantes de tango.
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