Era mediados de los 80, y como muchas otras veces, subí a casa de una vecina, a pasar la tarde, a mis 6 ó 7 años, me encontré a su hijo venteañero frente a un objeto que me dejó totalmente fascinada...era uno de los primeros "Amstrad" con el cual, el muchacho, se pasaba las horas muertas jugando a los comecocos...
Cuando llegué a mi casa, no paraba de hablarles a mis padres de aquel fascinante invento, hablaba y hablaba y les decía que mi vida ya no tenía ningún sentido si no podía tenerlo...
Esperé a Reyes...y cuando abrí el ansiado paquete...me encontré,con gran desolación por mi parte..con una máquina de escribir...una Olivetti roja, enorme y pesada que poco o nada tenía que ver con la pantallita verde que tanto deseaba...
Me enteré a posteriori, que mis padres al verme tan entusiasmada, consultaron a amigos "expertos" de la época, y llegaron a la conclusión de que ese extraño invento llamado "ordenador" no tenía ninguna aplicación práctica y que lo mejor era (bendito iluminado!!) comprarme una máquina de escribir, que para más "inri" tampoco resultó nada barata...
Nunca aprendí a escribir con aquella máquina, no pasé de golpear las teclas sin tón ni són, esperando encontrar una décima parte de la fascinación que me había producido en su momento ,el "Amstrad"...
Sólo una vez, le saqué partido a la Olivetti, recuerdo que estando en casa, mi padre (enfermo ya de Leucemia, y no siendo consciente de la gravedad que presentaba...) discutía a voz en grito con mi madre , la pobre agotada, cansada de guardar y sufrir en silencio, un secreto que poco a poco la destrozaba..., ¿como decirle a aquel hombre que su vida se apagaba? como hacerle ver el enorme esfuerzo que sobre sus hombros, una mujer tan jóven, aguantaba??, obviamente no le dijo nada...dejó que gritase, y se marchó llorando a la cama..., y entonces sí, mi hermano y yo, lo vimos claro...cogimos rápidamente la máquina, y le escribimos con torpe redacción infantil mil y una cosas ...,lo buena que era nuestra madre y lo mucho lo cuidaba..., luego le dimos la nota a mi padre y nos escondimos en el armario...en espera de un hipotético castigo , que casi nunca se daba...
El final podeis imaginaroslo...mi padre, hombre de pronto fuerte, pero noble y gran corazón, le pidió perdón a mi madre...y mi hermano y yo nos sentimos felices de haber sido artífices de su reconciliación...
Año y medio más tarde...mi padre fallecía después de perder una dura, y dolorosa batalla...
Nunca más volví a escribir en esa máquina...
Bienvenidos a mi planeta...
Hace 14 años
Una entrada tierna y conmovedora que estoy seguro habrás escrito con lágrimas en los ojos.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Precioso. Esa maquina de escribir cumplió con creces su cometido y tu a pesar de no utilizarla mucho has aprendido a escribir de maravilla.Me encantó
ResponderEliminarMe parece entrañable la historia, tengo alguna parecida, pero no sé escribirla y compartirla como tú...
ResponderEliminarQué mágicas son las palabras escritas,qué suerte poder plasmar sentimientos en ellas, y qué poderosas pueden llegar a ser.
Mil besos preciosa!!