CUANDO NO ME VEÍA NADIE

lunes, 24 de octubre de 2011

La hija del acordeonista...

Siempre que veo un acordeonista por la calle, me acuerdo de mi padre ...
Mi padre, era una persona francamente especial, franco, sincero y muy cariñoso, estaba convencido que todo, absolutamente todo se podía aprender de los libros, lo cual le llevaba a coleccionar títulos tan esperpénticos como , "aprenda a nadar en 7 días", o "deslumbre a sus amigos con modernos pasos de baile"...
Pero su verdadera pasión era la música, y concretamente , el acordeón...como de pequeño no pudo tomar lecciones (y después de comprar, como no, la correspondiente coleeción fasciculada de como aprender a tocar el mismo), se matriculó en el conservatorio con la ilusión y las ganas que de mayores sobran, y que de pequeños, nos faltan...
Después decicidó que seríamos nosotros (mi hermano y yo) los depositarios de sus anhelos, argumentando que si aprendíamos a tocar tan bello instrumento, jamás pasaríamos hambre.
Sobra decir, que no aprendimos absolutamente nada..., el acordeón es un instrumento pesado y poco atractivo, que hizo que dos niños de 7 y 8 años, abandonasen a las primeras de cambio...
No obstante, cada vez que veo a un acordeonista por la calle, además de darle una moneda, me quedo pensando que, quizás ese muchacho tuvo un padre que le aconsejó que aprendiese a tocar el acordeón, y que, gracias a él, jamás pasará hambre.

1 comentario:

  1. No pasará hambre pero tampoco se hará rico, aquí no abundan los cantantes de tango.

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