Vivir...

No se hasta cuando durará...y mentiría si dijese que no me importa..., me importa y mucho puesto que como el perro de Paulov, trato de prolongar todo aquello que me hace sentir bien, y como el mentado perro,no me paro a pensar el por qué de los sucesos, ni si me merezco lo que recibo, tampoco me planteo como serán las cosas dentro de un tiempo, simplemente acerco mi hocico al punto "c" y dejo que las cosas sucedan...

Pero ¡ay si! en mi huerto siempre hay un arbol que en vez de dar peras da peros, ahora que empiezo a sentirme felíz, me entra el pánico ( como no podía ser de otra manera, dada mi caótica personalidad) empiezo a preocuparme del presente, del futuro, del pasado y de la conservación del mejillón salvaje en las costas de groelandia...,¡ si es que no tengo remedio!!! a mi la tranquilidad de espíritu me dura lo que un parpadeo..., me encantaría ser de estas personas "zen" que van por la vida como si estuvieran medio fumadas y que, ante una misma situación en la cual yo sólo veo un pozo negro y oscuro, éstos a fuerza de relativizar el hecho, lo despojan de cualquier connotación negativa, terminando por extraer una enseñanza nueva que les hace crecer interiormente cada día más,mientras que yo, lo único que extraigo es otra úlcera de estómago..más dolorosa , si cabe, que las anteriores...

Para terminar cito textualmente parte de la explicación dada para el experimento Paulov:

El ser humano no es un organismo predestinado desde su nacimiento, no tiene una personalidad innata, sino que a lo largo de su experiencia vital va aprendiendo una forma de ser, de actuar, de pensar, y todo ello va a ser consecuencia, entre otras cosas, de los refuerzos positivos y negativos que recibe, de los castigos, de lo que observa en los demás y muy importante: de sus propias decisiones